miércoles, 23 de diciembre de 2009

Pequeños recuerdos

Diez años en otro país, prácticamente la mitad de mi vida, me paro a reflexionar mis errores y mis metas conseguidas, y tengo el resultado; durante las paradas de tiempo que he tenido a lo largo de mi vida, he congelado momentos en varias fotos, recuerdos, miedos, alegrías...
Sólo me he reído del terror cuando lo hizo de mí y no he echado de menos a los prejuicios inmorales, quizás el amor me unió con el odio, fruto de mi rechazo adiestrado hacia novedades erróneas porque abro la mente y cierro los ojos y veo barbaries, injusticias, falsas promesas. Nuestros caminos se han derrumbado con la lluvia envenenada, nos han causado dolor esas bombas de vergüenza, ¿qué más da si son de Gas-Mostaza o si son de dinamita?, si el Rif ya murió.
Nunca he mirado con buen ojo porque no tengo buen ojo, me he quedado ciego al llorar tanto por la muerte de mi madre África, me he quedado sordo para no escuchar de nuevo mentiras, medios de comunicación me bombardearon obligatoriamente; hasta ahora tenía trece años, pero qué más da ¿verdad?, si somos huérfanos, si nuestro padre ha dejado de hablar, nuestro padre, nuestro Al Quds, no podemos mirarlo porque está paralizado por los hijos de Israel mientras los hijos de Isaac le miran callados.
No podemos abrir la boca si no existe pan y miramos nos los unos a los otros esperando encontrar respuestas, entonces medimos con cuentagotas nuestras propinas, y tan pronto como podemos, las enviamos al subdesarrollo, me pregunto ¿qué es el desarrollo?, entonces nos sentimos bien y orgullosos, creemos haber hecho el bien.
Equivocados estamos cuando pensamos con la ciencia, porque sumar sabemos o ¿no?, entonces sumemos los estómagos de los políticos, nos da un resultado grande, a mí me dio el triple por cada hombre de política. Entonces, sumamos los corazones de los africanos en huelga fija de hambre, el resultado es infinito, que injusticia ¿verdad?, unos cambian los corazones por los estómagos y otros cambian estómagos por corazones, ahora es cierto, el ser humano no es el que más mutado esté, sino el más acorazonado.
Claro, claro, me dicen por allí, pues a mí no me ha quedado claro, quién es quién, cuando Dios nos dio la libertad, cederla sin permiso es terrorismo de valores. En estas fechas tenía alrededor de 15 años, simplemente dejaba morir mi pensamiento.

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